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lunes, 17 de febrero de 2014

Praderas de la Berzosa



Pocas veces he terminado con los pies tan mojados como ayer. Toda la nieve que había caído el martes decidió empezar a disolverse a la vez creando un paisaje anegado. El campo parecía una piscina, los caminos se confundían con los arroyos y para rodear los charcos habría que haber bajado hasta Torrelodones. Sólo quedaba relajarse y disfrutar.

En estos casos, lo mejor es meter los pies en el primer charco para olvidarnos cuanto antes del problema. Yo hice el canelo y traté de evitar lo inevitable durante cinco minutos. Hasta que, de pronto, me vi vadeando un pequeño pantano improvisado. Menos mal que no hacía nada de frío.

A pesar de que con esa temperatura no había ninguna placa de hielo, lo cierto es que el sendero estaba tan resbaladizo por la nieve medio derretida, el agua y el barro que no se podía ir demasiado rápido. Lo que me vino muy bien para disfrutar del campo en medio de la niebla e iluminado por la luz reflejada en la nieve.

Y esta vez, Senda también disfrutó del chapoteo continuo, persiguiendo olores y conejos fantasma. Lo único malo es que, entre que salí un poco más tarde y que fui deslizándome a ritmo de habanera, me dieron las tantas y no pude pillar la ducha calentita hasta las once y media. Pero mereció la pena.

10,90 Km (6,77 millas)
265 m
1h 12 min (9,08 Km/h)

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