Después del trancazo de la semana pasada, he tenido un ataque que me está obligando a seguir parado. Es la gota de verdad. Y no sólo la que colma el vaso. Así que tendré que esperar a que pueda volver a pisar con garbo. Porque ahora lo máximo que puedo hacer es renquear cojeando del sillón al sofá, y del sofá a la cama.
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