Una salida recorriendo senderos habituales, rodeando las Colinas y subiendo luego hacia la pradera del Robledillo. Con el campo empezando ya a lucir ese aspecto desastrado del verano profundo, cuando las hierbas y plantas resecas comienzan a quebrarse y quedan al aire ronchas de suelo seco.
Lo raro no es que el monte esté ya así; lo raro es que en algunas partes todavía se pueda ver algo de agua. No en los arroyos, por los que no corre ni una gota. Pero al menos hay charcas que todavía resisten gracias a las muchas lluvias que cayeron allá por abril y mayo.
Pequeños agujeros azules en los que pueden beber los animales silvestres. Porque esta primavera, además de flores nos ha dejado un campo lleno de vida animal. En estos meses he visto hermosas piaras de jabalíes, y nunca antes me cruzaba con tantos conejos cuando salía a trotar. Siempre se agradece la compañía.
1h 43 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario