Con el calor ya instalado en casa como si fuera uno más de la familia, la gente se está echando a pasear cada día más temprano. Muchas veces me encuentro con alguien de vuelta cuando yo todavía no he empezado ni a sudar. Y la sensación es que el campo que hay cerca de mi casa ha perdido su carácter silvestre y se ha convertido en un gran parque.
Así que, para volver a disfrutar un poco de la soledad, esta semana he salido a trotar sobre todo por la zona de la Solana. Alrededor del cerro más alto, coronado por una torre de vigilancia de incendios, hay varios senderos. Una zona con prados, vallejos y lomas a los que casi nunca llega la gente en sus paseos, al estar más alejada de las casas.
Además, eso mismo hace que se puedan ver a veces por la zona animales huidizos, de esos que rehúyen como yo la compañía humana. Hace un par de meses me crucé con un gato silvestre (el de verdad, no el de los Looney Tunes), y esta semana me he topado con una cierva muerta.
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