No recuerdo cómo llegó este libro a mis manos, pero lo cierto es que no
me cautivó precisamente por su título. A primera vista parecía el típico
engañabobos que vendía la última moda en esto del ejercicio en general, y de
correr en particular.
Cada año se publican numerosos libros alabando todo tipo de extrañas
teorías. Y todos ellos suelen tener dos cosas en común: las teorías son siempre
novedosas (aunque generalmente se amparan en conocimientos arcanos y
tradicionales de alguna remota región) y son científicas (citan un
estudio de una universidad que, sometido a tercer grado, parece indicar que
existe alguna causa para un hecho determinado).
Así que, cuando me puse a leer el libro de Gretchen Reynolds me
esperaba un poco más de lo mismo. De hecho el subtítulo del libro parecía ir en
esa línea: Surprising Science Reveals How We Can Exercise Better, Train
Smarter, Live Longer.
Pero no. Rotundamente no. Esperaba una guía para hacer las cosas de una
manera determinada y reglada, porque la Ciencia dejaba las cosas claras.
Y me encontré con un entretenido tratado del escepticismo y del sentido común.
Uno de los mejores libros sobre deporte que he leído.
Hay que ser un escritor muy honesto para reconocer lo que no se sabe.
La mejor biografía que he leído fue el libro de Bill Bryson sobre Shakespeare.
Y no por lo que contaba de cierto, sino por lo que reconocía como incierto.
Cuando todos nos hablan de la vida y milagros del escritor, y algunos no dicen
hasta en qué pensaba, Bryson nos presentaba la cruda realidad: casi no hay
ningún dato cierto sobre la vida del bardo.
Y algo así hace Gretchen Reynolds. Básicamente nos dice que los
científicos no tiene claro casi nada (salvo que es bueno, en general, hacer
algo de ejercicio) y que siempre es mejor usar el sentido común antes que
seguir el último manual deportivo o que abandonarse a la última moda.
De hecho, el libro debería haberse llamado algo así como “Levanta tu
culo y muévete”. Porque eso es, al final, el resumen de todos los estudios
científicos: hemos evolucionado siendo una especie nómada y no nos va eso de
estar sentados todo el día.
Y el sentido común sigue esa misma senda. Los humanos nos hemos
adaptado a todo tipo de dietas a lo largo de nuestra existencia, y nuestro
cuerpo está adaptado para sacar el mejor partido de casi todo (lo que no mata,
engorda). Por eso es mejor comer y vivir pensando un poco con sentido común. Y
escuchar más a nuestro cuerpo para entender de verdad nuestras necesidades.
Para esto último vale de ejemplo el caso del agua. Se puso de moda hace
unos años lo bueno que era el agua para nuestro cuerpo (hasta aquí, todo
correcto). Pero alguien se sacó esa teoría (“científica”, por supuesto) de que
había que beber cada dos por tres al hacer deporte para evitar el riesgo de que
nuestro cuerpo se colapsará por la falta de líquidos.
El resultado: varias muertes por exceso de beber agua durante pruebas
deportivas, cuando nunca antes hubo ninguna por deshidratación. La moraleja: mejor
beber cuando tengamos sed, que es la forma natural que tiene el cuerpo de
pedirnos agua.
Argumento
Un libro que explica lo que se sabe (poco) y lo que no se sabe (mucho)
sobre la relación entre deporte y salud. Realmente no hemos nacido para correr,
sino para andar. Así que el simple hecho de movernos (hasta de estar de pie)
resulta fundamental a la hora de mejorar y prolongar nuestra vida.
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