El agua es el elemento más importante a tener en cuenta al correr. Los
recorridos de dos horas que hacemos en invierno sin sudar, se convierten cuando
hace calor en un infierno si no disponemos de litros de agua para poder
terminarlos.
Al escribir sobre lo que nos gusta tomar cuando terminamos de correr,
sólo pensé en bebidas. Pero creo que, después del esfuerzo, lo mejor es darse
un homenaje y comer lo que más nos guste. Por lo menos mientras sea algo
relativamente ligero. Que tampoco es el caso de correr media hora y terminar
con fabada, chuletón y torrijas de postre.
Una de las cosas en las que pensamos mientras estamos corriendo,
especialmente cuando hace calor y el camino es largo, es en lo que nos vamos a
tomar al final. Casi todos nos imaginamos sentados, con las piernas estiradas y
una bebida fresquita en la mano.
Haced lo que os digo y no lo que hago (que a veces soy idiota perdido):
antes de correr, comed. No un cochinillo asado con fabada. Pero si lo
suficiente para que el cuerpo vaya tirando de ese combustible y no tenga que
recurrir únicamente a las lorcillas de la barriga. Correr sin comer es sinónimo
de pájara segura. Lo digo por experiencias. Si, en plural (ya he dicho que soy
idiota).
Según la nutricionista Sunny Blende, el problema en una carrera de
larga distancia es que al recargarnos de energía nos movemos por una línea muy
fina y resbaladiza. Si no bebemos y comemos lo suficiente, el cuerpo se queda
sin energía. Pero si comemos demasiado, el cuerpo utiliza la energía que
necesitamos para correr en metabolizar las calorías sobrantes, dejándonos las
piernas de plomo.
Una de las cosas que más ha cambiado desde que comencé a correr tiradas de media y larga distancia ha sido mi relación con el agua y la comida. No es que me haya convertido en un asceta. De hecho sigo engullendo de lo lindo, sobre todo dulces. Pero mientras estoy corriendo, la necesidad de rellenar el depósito es cada día menor.
Una de las cosas que más ha cambiado desde que comencé a correr tiradas de media y larga distancia ha sido mi relación con el agua y la comida. No es que me haya convertido en un asceta. De hecho sigo engullendo de lo lindo, sobre todo dulces. Pero mientras estoy corriendo, la necesidad de rellenar el depósito es cada día menor.
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