miércoles, 27 de febrero de 2013

Subir andando


Todos los corredores de montaña usan esta técnica. Y realmente se nota una gran diferencia entre subir corriendo (o fingiendo que corremos) las cuestas brutales, o subirlas andando.

Cuando no son tan brutales, a veces puede merecer la pena ir corriendo para mantener el ritmo. Pero sólo para eso. Porque en el fondo vamos más lentos y nos cansamos más.

Podría explicar cómo se debe andar exactamente, pero creo que si el propio Kilian lo explica, lo mejor es escuchar sus palabras.


martes, 26 de febrero de 2013

Canal y puente del Batán


Una vuelta de expedición por el cañón del Manzanares. Había visto en las fotos aéreas unos senderillos más cerca del río que el que yo suelo utilizar. Y sí. Hay muchos, y muy bonitos. Pero ninguno me sirve de verdad como alternativa.

El caso es que son sólo pequeños senderos laterales que llevan hasta la orilla del río. O caminos paralelos que desaparecen de pronto en medio de unas peñas. Total, que he estado un cuarto de hora yendo y viniendo por entre matojos hasta la central.

En cualquier caso, ha merecido la pena. A pesar del viento helado que soplaba por arriba, en cuanto me he metido en el cañón, el calorcillo se ha agradecido. Además, en las zonas donde da el sol, el campo ya huele a jara.

En resumen:
  • Siempre hay que explorar esos caminos que vemos por ahí y que no sabemos a dónde llevan. A veces acabamos en un vertedero. Pero en otras ocasiones merece la pena el descubrimiento.
  • He probado en la última subida la técnica de andar a pasos grandes apoyándome en las rodillas. Todos los corredores que triscan por el monte la recomiendan, y realmente merece la pena.
14,08 Km (8,75 millas)
225 m
1h 37 min (8,71 Km/h)

lunes, 25 de febrero de 2013

El Muro



La gente suele decir que, cuando corres una maratón, alrededor del kilómetro 30 te encuentras con el Muro. Así, con mayúsculas. Supongo que ese Muro se ha hecho famoso por una razón muy sencilla: es el momento en el que la mayor parte de la gente descubre por primera vez en su vida lo que es una pájara.

La pájara llega cuando se han acabado las reservas de energía. Y lo normal es que se acaben a las tres o cuatro horas de trabajo continuo (de ahí que sea más habitual entre los ciclistas). Antes puede haber cansancio, calambres, dolor, sudor y lágrimas. Todo chungo, pero eso no es el Muro.

Los profesionales y fauna similar corren la maratón en dos o tres horas. Para eso hay que estar en muy buen forma. Pero no es un tiempo de trabajo exagerado. Cuando pasan por el kilómetro 30 van cansados y con ganas de llegar. Pero no están exhaustos.

La gente normal, los corredores de todos los días, suelen entrenar durante una o dos horas como mucho. Tienen el cuerpo a punto y llegan a coger ritmos rápidos. Pero el problema es que, cuando están en una maratón, se encuentran con un elemento por el que no han pasado casi nunca. El del agotamiento más completo y absoluto.

Como he dicho, ese momento suele llegar a las tres o cuatro horas. Justo cuando muchos de los corredores pasan por el kilómetro 30. No es cansancio. No es dolor. Es sencillamente una falta de fuerzas total, provocada por el consumo de todas las reservas de energía de nuestro cuerpo.

La culpa no la tiene el esfuerzo físico. O al menos no de forma directa. El problema aparece cuando no se han ido reponiendo esas reservas de modo correcto. Y no, unas barritas o un par de botellines con bebidas azucaradas no son suficientes.

En cualquier caso, aun sabiendo por qué pasa y aunque nos entrenemos para evitarlo, el muro, la pájara o el tío del mazo siempre pueden esperarnos a la vuelta de la esquina.

Por cierto, el video es de la película Run, Fatboy, Run (toda una declaración de intenciones).

domingo, 24 de febrero de 2013

Arroyo de Trofa


Hace mucho que no corría por el arroyo de Trofa, a pesar de que es uno de los recorridos más bonitos que hay por aquí cerca.

Quizás el problema sea que es demasiado largo cuando sólo tienes un rato. Y demasiado corto para una salida larga. Hoy tenía el tiempo justo antes de comer, así que he aprovechado.

El día ha sido una mezcla de invierno y primavera. Con un sol que empieza ya calentar lo suyo, pero con viento del norte que traía aliento de nieve. Y por lo que parece, va a estar unos días así. Tocará abrigarse.

16,03 Km (9,96 millas)
404 m
1h 42 min (9,43 km/h)

jueves, 21 de febrero de 2013

Cerro de San Pedro


La primavera ya está aquí. Como frase no es muy original, pero al menos es sincera. Hoy he visto ya las primeras margaritas en los prados de Navalvillar. Las ranas llevan cantando a lo bestia desde hace unas cuantas noches. Y, en general, se siente en el aire esa sensación como si algo estuviera a punto de explotar.

Puede que el invierno dé sus últimos coletazos con alguna tormenta más de nieve y un par de semanas de frío. Pero el buen tiempo de verdad está a la vuelta de la esquina. Y los días ya se notan cada vez más largos.

Hoy me apetecía volver al cerro de San Pedro. Con dos días de descanso desde la salida del domingo quería probar a ver qué tal me respondían las piernas. Y además quería quitarme el recuerdo de la última vez, con lesión incluida.

El ritmo ha sido un poco más lento, pero he corrido sin cansarme y he llegado con fuerzas. Tengo ganas ya de volver a correr por la sierra. A ver si algún fin de semana puedo escaparme hasta la Najarra.

Los prados no estaban demasiado encharcados, a pesar de la lluvia de ayer. Mi sensación es que este invierno ha caído muy poca agua. Los arroyos no han bajado llenos casi nunca y los campos no han rezumado agua como otros años.

En resumen:
  • Un día templado (10-11º) y sin viento.
  • Muchos terneros recién nacidos en Navalvillar. Y las cigüeñas, a lo suyo en sus nidos.
  • Este es uno de los recorridos más duros para las piernas de todos los que suelo hacer, y la segunda cuesta del cerro sigue siendo un suplicio.
14,65 Km (9,19 millas)
556 m
1h 48 min (8,14 km/h)

miércoles, 20 de febrero de 2013

La belleza


Me gusta correr, y su pongo que lo haría por donde fuera. Pero lo que de verdad me gusta es correr por el campo. Montañas, bosques, praderas, cañones, ríos, senderos casi ocultos entre la hierba y las rocas. Ese es mi paisaje ideal para relajarme.

Por eso, cuando me aburro, a veces me pongo a pensar en mis recorridos desde un punto de vista estético. Y pienso que se pueden clasificar dependiendo de por los sitios por los que discurran.

La parte de mi cerebro más germanica, la que está deformada por el uso del Excel, ya ha cavilado en otras ocasiones un sistema para puntuar los caminos dependiendo de la dureza del terreno y de la distancia. Al menos me ayuda para calcular el tiempo que voy a tardar cuando los corro por primera vez.

Pero si lo que cuenta es la belleza, no hay que darle muchas vueltas a la cabeza. De uno a cinco, podría ser de la siguiente forma:

0: Cinta: no he corrido nunca en cinta, aunque supongo que la usaría si estuviera en una cárcel o me pagaran por ello.

1: Calles y carreteras: por donde terminaría yendo si no tuviera más remedio. Aunque de hecho, hay paseos, avenidas y carreteras muy potables.

2: Parques y campo urbanizado: una alternativa más amena que la anterior, sobre todo para recorridos cortos (por eso de no dar vueltas como un hámster).
 
3: Campo normal y corriente: aquí empieza la diversión de verdad. Para entendernos, podrían ser esos caminos típicos entre campos de Castilla. No llena el alma de paz, pero aleja los malos humores.
 
4: Naturaleza destacable: un verdadero regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos. Y sin demasiados problemas. Casi todos tenemos relativamente cerca un bosque, un río, unas montañas o una playa que merezcan la pena.
 
5: Naturaleza espectacular: Aigüestortes, el cabo de Gata, los cañones del Ebro, la selva de Irati… Que cada cual ponga en el mapa los lugares mágicos a los que se iría a vivir sólo para poder correr allí todos los días.

Con este sistema, compruebo que el más feote de mis recorridos este año ha sido el de la vía del tren, con una mezcla de los puntos dos y tres. Normal, porque lo uso sólo cuando necesito correr en llano por cuestiones técnicas.

Los mejores recorridos han sido los del puente de la Marmota, el puente del Batán y la sierra de Hoyo. Todos discurren por zonas de tres, y llegan en algunos puntos a alcanzar el cuatro.

De mis habituales, las más bonitas son las que suben y bajan por la sierra de Guadarrama (en Cercedilla y en Miraflores). Aunque este año todavía no las han visto ni mis ojos, ni mis piernas. Todo llegará.