Olor a lavanda

Se la suele conocer como cantueso, y lo cierto es que este especie de lavanda que adorna el paisaje en abril y mayo siempre me recuerda a mi infancia. En mi memoria siguen pintadas mis exploraciones campestres con estas pequeñas matas cubiertas por flores moradas. Y recuerdo también su olor concentrado, mucho más intenso que el de las lavandas cultivadas.

La flor de la miel

Con el campo lleno de flores, lo más normal sería esperar que el aire nos trajera miles de aroma. Pero no. De hecho, muchas plantas mediterráneas tienen mucho más olor en sus hojas y tallos que en sus flores. Pero hay algunas que basan su poder de atracción en la fragancia, como la arenaria roja.

El primer cuco de la primavera

Una mañana de primavera, exactamente a las ocho, llegaba el primer cuco a Hoyo. Cantó siete veces, claro que con la voz un poco ronca porque la primavera aún acababa de empezar. Luego se marchó en seguida, volando rumbo al Este.

Los colores del otoño

Este año no ha habido una explosión de color otoñal. Quizás sea porque el frío ha ido llegando a rachas, alternándose con semanas más templadas. Así que cada árbol y arbusto fueron perdiendo las hojas a su ritmo, dependiendo más del sitio concreto en el que cada uno crece que de la especie a la que pertenecen.

Ya llega

Hay días en los que se nota algo especial cuando te asomas a la calle. Un cambio a veces casi imperceptible. Un olor, una brisa, el tipo de luz o un sonido diferente. Y hoy la he notado al abrir la ventana. La primavera. O, al menos el anuncio de que ya está llegando.

The Mating Season

Días de viento y frío para despedir el invierno. Aunque la primavera cada vez está más presente. Hace dos noches, las ranas comezaron a entonar sus cantos de amor. Y la semana pasada ya vi el primer narciso de roca asomando su cabeza en la falda del canto del Pico. Ganas ya de despedir al invierno, aunque no haya sido especialmente duro. Y una excusa como otra cualquiera para leer el libro de Wodehouse con el mismo título que este post.

Enebros en flor

Estos días de sol y buen tiempo han traido con un poco de adelanto la floración de algunas plantas. En las zonas más protegidas y orientadas de la sierra de Hoyo se pueden ver ya romeros en flor. Y a los que nos molesta un poco el polén de los enebros lo tenemos mal, porque las cadas sueltan verdaderas nubes, que parecen de humo, en cuanto rozas las ramas.

Heladas al alba

Hoy ha amanecido el campo blanco por la helada que ha caído esta noche. No es la primera de la estación, pero si ha sido la que más se ha notado (con el termómetro marcando -3º). Hasta que el sol no ha recorrido un buen trecho (subir, subir, a estas alturas del año ya no sube mucho) la temperatura no ha mejorado de verdad. Al menos en las umbrías, porque en las zonas soleadas se estaban perfectamente. Así que entre la helada y la nieve que ha caído este fin de semana en la sierra parece que el invierno por fin se otea en el horizonte.

La llamada del amor

A poco que no haga frío, cuando estas noches de marzo salgo a correr o a pasear con mi perra, me recibe un coro de opereta entregado a la honorable tarea de llamar la atención del sexo opuesto.

Primavera

Desde hace un par de semanas se nota un cambio en el aire. El campo empieza a despertarse y huele cada vez más a hierba creciendo al sol (a pesar del frío y de la nieve esporádica). Los árboles todavía no tienen flores por aquí, pero no creo que haya que esperar mucho.

Un poco de nieve

Ya han llegado las primeras nieves del año. Pero como el viento del norte ha limpiado el cielo de nubes, el resultado ha sido tan tímido como breve su duración. Hace frío, pero habrá que esperar a que vengan nuevas tormentas desde el Atlántico, bien cargadas de negros nubarrones, para ver el campo blanco.

Mais où sont les neiges d'antan?

Villon se preguntaba por las nieves pasadas, pero las más recientes ya han llegado. Este sábado amanecimos con una ligera capilla azucarada en el campo. Luego vendrían más horas nevando (aunque con resultados no excesivamente espectaculares).

Las luces del amanecer

No son las luces del norte, pero no creo que les desmerezcan mucho. El caso es que en esta época de mañanas frías y atmosfera clara se pueden ver los mejores espectáculos en el cielo a la salida del sol.

Esto no es normal

En el libro The Thousand Mile Summer, Colin Fletcher describía el desierto de Sonora como una alfombra de flores, cuando lo cruzó andando en la primavera de 1958. Meses después, un guarda forestal le dijo que ese año había sido escepcionalmente benigno, pero que no era lo normal. El desierte suele hacer honor a su nombre.

Arroyo de Trofa

Por fin he vuelto a pasármelo de verdad bien corriendo. Sin prisas, sin cansancio, disfrutando del paisaje y del campo.

Hanami

Ya han florecido los primeros árboles al lado de casa. Hace unos días vi que en Madrid ya habían explotado del todo. Pero en mi pueblo las cosas llegan más tarde por eso de la altura. No es que sea un gran Hanami, pero alegra la vista cuando trotas por los montes.

La belleza

Me gusta correr, y su pongo que lo haría por donde fuera. Pero lo que de verdad me gusta es correr por el campo. Montañas, bosques, praderas, cañones, ríos, senderos casi ocultos entre la hierba y las rocas. Ese es mi paisaje ideal para relajarme.

Por eso, cuando me aburro, a veces me pongo a pensar en mis recorridos desde un punto de vista estético. Y pienso que se pueden clasificar dependiendo de por los sitios por los que discurran.

La parte de mi cerebro más germanica, la que está deformada por el uso del Excel, ya ha cavilado en otras ocasiones un sistema para puntuar los caminos dependiendo de la dureza del terreno y de la distancia. Al menos me ayuda para calcular el tiempo que voy a tardar cuando los corro por primera vez.

Pero si lo que cuenta es la belleza, no hay que darle muchas vueltas a la cabeza. De uno a cinco, podría ser de la siguiente forma:

0: Cinta: no he corrido nunca en cinta, aunque supongo que la usaría si estuviera en una cárcel o me pagaran por ello.

1: Calles y carreteras: por donde terminaría yendo si no tuviera más remedio. Aunque de hecho, hay paseos, avenidas y carreteras muy potables.

2: Parques y campo urbanizado: una alternativa más amena que la anterior, sobre todo para recorridos cortos (por eso de no dar vueltas como un hámster).
 

3: Campo normal y corriente: aquí empieza la diversión de verdad. Para entendernos, podrían ser esos caminos típicos entre campos de Castilla. No llena el alma de paz, pero aleja los malos humores.
 

4: Naturaleza destacable: un verdadero regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos. Y sin demasiados problemas. Casi todos tenemos relativamente cerca un bosque, un río, unas montañas o una playa que merezcan la pena.
 

5: Naturaleza espectacular: Aigüestortes, el cabo de Gata, los cañones del Ebro, la selva de Irati… Que cada cual ponga en el mapa los lugares mágicos a los que se iría a vivir sólo para poder correr allí todos los días.

Con este sistema, compruebo que el más feote de mis recorridos este año ha sido el de la vía del tren, con una mezcla de los puntos dos y tres. Normal, porque lo uso sólo cuando necesito correr en llano por cuestiones técnicas.

Los mejores recorridos han sido los del puente de la Marmota, el puente del Batán y la sierra de Hoyo. Todos discurren por zonas de tres, y llegan en algunos puntos a alcanzar el cuatro.

De mis habituales, las más bonitas son las que suben y bajan por la sierra de Guadarrama (en Cercedilla y en Miraflores). Aunque este año todavía no las han visto ni mis ojos, ni mis piernas. Todo llegará.

El Zaragozano

En estos tiempos de Internet 3.0, con móviles con GPS que nos informan de todo, yo sigo siendo fiel el Zaragozano para organizar mis salidas. Una App de siglos pasados. Como yo mismo.

Desde que me fui a vivir al campo lo he comprado cada año. Es mi referencia obligada cuando quiero saber a qué hora sale el sol o en qué fase exacta de la luna estamos. Y cuando se corre al alba siempre viene bien saber esas cosas.

La cosa se calienta

Hay un poema de Machado en el que le pregunta a su amigo si las violetas ya han florecido. Pero este año las violetas silvestres han estado echando flores durante todo el invierno. A pesar de las heladas y del frío, durante noviembre, diciembre y enero se podían ver flores escondidas en la parte más baja de las matas.

Me ha recordado al refrán que oía de pequeño: “por San Blas, las cigüeñas verás. Y si no las ves, años de nieves”. Parece que ahora tanto cigüeñas como violetas se quedan con nosotros a pasar lo más crudo del cada vez menos crudo invierno (a pesar de que hoy nieve con ganas).