martes, 17 de febrero de 2015

Cerro de la Lechuza y cuartel

A pesar de que he pasado muchas veces a su lado cuando voy a las cascadas, o lo he rodeado por un senderillo que entronca luego con el camino del mirador, el caso es que nunca había subido al cerro de la Lechuza. Y no es porque sea difícil, o porque el desnivel eche para atrás. De hecho es tan sólo un pequeño montículo. Pero las rocas que hay en la cumbre y las vistas desde lo alto hacen que destaque en medio del paisaje.

En la bajada, me animé además a tirar campo a través para cruzar la gran nava que hay en la orilla derecha del arroyo de Peña Herrera. El campo es muy llano en esta zona, pero la falta de senderos y la gran cantidad de jaras y zarzas obligan a reducir el ritmo y a seguir un recorrido zigzagueante.

En la nava se veían unas cuantas bañeras de jabalíes y muchas pisadas en las zonas encharcadas. Supongo que este valle será una especie de paraíso para ellos, por lo alejada que está de cualquier camino. Pero a pesar de que debía de haber bastantes entre las jaras, no llegué a ver ninguno.

Lo que si se pueden ver despuntando ya del suelo son los gamones y otras plantas de bulbo. Entre los trinos de los pájaros, las plantas echando ya sus primeros brotes y la temperatura tan buena que hace, se nota en el aire ya un ambiente de primavera recién estrenada. Aunque avisan de que llegará mañana otro frente frío.

Por la tarde llegué a ver incluso un mochuelo defendiendo su territorio desde lo alto de un fresno. Cuando se acercó otro de su especie a echar un vistazo, el mochuelo se apresuró a espantarlo y se puso a maullar luego para dejar claro de quién era ese trozo de monte. Llevo oyéndoles desde hace un par de semanas, pero hasta ahora no les había visto.

24,51 km (15,23 millas)
581 m
2h 42 min (9,08 Km/h)

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