El frío siberiano que anunciaban que iba a acabar con las nevadas al final parece que ni está siendo tan siberiano como lo pintaban, ni ha acabado del todo con la nieve. Hoy por ejemplo ha amanecido el campo blanco. Es cierto que la capa era tan sólo testimonial, al menos en casa. Así que cuando he salido a correr he tirado para lo alto de la sierra. Que ya tenía ganas de ver como estaba la cosa por allí.
Y el caso es que estaba bien nevada. Mientras iba por el valle del mirador se notaba como se acumulaba cada vez más según subía. Y como los charcos estaban casi todos bien helados no había problema de meter la pata en el agua fría.
Cuando he llegado a la cuerda, la cosa ya se ha puesto un poquito más complicada. Pero justo en ese momento, se han abierto las nubes y el sol invitaba a seguir el sendero por toda la espina de la sierra. Disfrutando de las vistas hacía la Cuerda Larga, la Pedriza y el embalse de Santillana.
Realmente el sendero estaba oculto bajo una buena capa de nieve que llegaba hasta la rodilla. Así que todo ese tramo me ha costado bastante. Correr en estas condiciones supone el mismo esfuerzo que hacerlo subiendo una duna. En cada paso hay que levantar mucho las piernas para salir del agujero en el que acabamos de meter la pata. Así que tocaba tomárselo con calma.
En la bajada, al ser por la cara sur de la sierra, la nieve ha desaparecido muy rápido. Pero para evitar las placas de hielo y los resbalones he ido también despacito hasta la zona de las Viñas. Desde allí tan sólo quedaba rodear el pueblo hasta el cuartel y luego tomar el camino de vuelta a casa.
21,29 km (13,23 millas)
725 m
2h 43 min (8,93 Km/h)
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