Una mañana soleada en la que la temperatura ha sido suficiente para invitar a ponerse los pantalones cortos. Es cierto que todavía hace frío, y que en la sombra quedan incluso rastros ligeros de las nieves de antaño. Pero los trinos enloquecidos de los pájaros indican que el invierno tiene ya los días contados (aunque seguro que nos reserva todavía unas cuantas ventiscas).
Así que mientras vuelve el mal tiempo hay que aprovechar el sol mientras nos dure. Algo que no sólo he pensado yo. Unos cuantos miles de personas también han tenido la misma idea y nos hemos echado todos al monte para disfrutar de un domingo al aire libre. Entre ellos había unos cuantos motoristas haciendo el cabra por los senderillos del parque natural. Últimamente no pasa un fin de semana sin que me cruce o vea a lo lejos a alguno de los de su especie. Debe ser que los recortes de presupuesto han acabado con el Seprona y con los forestales, dejando el campo libre en todos los sentidos a los destrozos moteros.
Los que también disfrutaban del calorcillo eran un grupo de unos 20 o 30 buitres que trataban de pillar una térmica en la zona del arroyo de Trofa. Cuando pasé cerca de ellos, algunos salieron volando desde los árboles en los que se habían posado. Ya había visto antes buitres oteando el horizonte o reposando en las ramas de pinos y otros árboles altos. Pero esta era la primera vez que los veía subidos a enebros (una especie vegetal que a veces está más cerca de la calificación de arbusto que de la de árbol hecho y derecho).
Por lo demás, el recorrido no ofreció nada nuevo. Tan sólo era una salida corta para soltar las piernas. Sobre todo porque todavía notaba el cansancio en el cuerpo de la última subida a la sierra de Hoyo. Así que me lo tomé con calma para disfrutar de uno de esos días de invierno disfrazados de primavera.
15,53 km (9,65 millas)
371 m
1h 38 min (9,51 Km/h)
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