Una vuelta vespertino-colegial más larga de lo habitual. De ida y vuelta hasta Hoyo, bajando por el sendero del Pendolero. Y con una temperatura una vez más casi primaveral. A ver si aguanta.
Por el camino me he cruzado con la primera abubilla del año. Cuando decía que los pájaros están cantando ya a pleno pulmón a pesar de las fechas, no me lo inventaba. Cuando era pequeño, en invierno se iban de aquí hasta las cigüeñas (todavía recuerdo aquello de "por San Blas, las cigüeñas verás"), pero ahora muchas especies se quedan todo el año o realizan migraciones más cortas (en tiempo y distancia).
El caso es que en enero y febrero ya es habitual ver plantas echando flores (y no sólo el romero, que es normal) o animales con las hormonas alteradas. A este paso, hasta las frases y los dichos populares se están quedando obsoletos. Las famosas "liebres de marzo" llegan enloquecidas a ese mes con semanas de adelanto. Y es que si el clima no ha sido nunca tan estable como querríamos creer, todavía menos si encima nosotros ayudamos al cambio.
El final del recorrido fue por asfalto para recuperar el tiempo perdido yéndome por esos cerros. La próxima vez que salga un par de horas por Torrelodones me acercaré a la zona del Gasco (que está más baja y protegida) para ver cómo llevan por ahí los cambios estacionales.
19,22 km (11,94 millas)
408 m
1h 56 min (9,94 Km/h)
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