Hay libros que marcan una época, y cuya influencia transforma para siempre el tema que tocan. Con Born to Run, Christopher McDougall consiguió que la gente se planteara muchas cosas con respecto a las carreras, sobre todo aprendiendo a mirar con ojo crítico todas esas zapatillas milagrosas que en realidad nos provocan más lesiones.
En este caso, no creo que Shane Benzie consiga hacer tanto ruido con The Lost Art of Running. Sobre todo porque este libro no está tan bien escrito como el de McDougall (que sabe cómo mantener el hilo para que una historia sea entretenida). Pero lo que a Benzie le falta de ameno (aunque se lee fácilmente) lo compensa con una teoría fisiológica muy sólida, construida sobre la experiencia, la observación y el trabajo de muchos años.
Lo que Shane Benzie nos cuenta es fruto de haber seguido a muchos corredores, tanto de élite como aficionados, por todo el mundo. Su trabajo como entrenador y experto en movimiento (comenzó estudiando tiburones en el océano) le llevaron a plantarse la pregunta del millón: por qué los corredores africanos son tan buenos?
La diferencia con respecto a todos los que se han ido haciendo esa misma pregunta es que puede que él sí que haya podido conseguir dar con la respuesta. En la primera parte del libro nos narra cómo descubrió de forma accidental el modelo dinámico y elástico basado en nuestra fascia: el tejido membranoso que se extiende por nuestro cuerpo, conectándolo todo.
A partir de ese momento, Shane Benzie comenzó a plantearse cómo corremos desde cero. Para empezar, se dio cuenta de la necesidad de concebir el cuerpo en su conjunto, en vez de plantear cada parte de la forma mecánica en la que se suele hacer. Eso, y dejar de lado el mantra del "No Pain, No Gain".
Porque en vez de machacarnos sin sentido con series, sprints y tiradas largas, lo realmente importante en su opinión es tratar de conseguir un movimiento fluido para correr mejor. Necesitamos pensar más en cómo nos movemos (en general). Centrándonos sobre todo en varios aspectos fundamentales cuando estamos corriendo: cómo pisamos, la posición del torso y la cabeza, nuestra cadencia o el movimiento de los brazos.
Y no para crearnos una forma de correr alienígena y extraña. Todo lo contrario. El objetivo debe ser emular la facilidad, la eficiencia, la fluidez con la que se mueven esos atletas africanos que admiramos. La belleza de sus zancadas está precisamente en que es la forma de correr más natural para el ser humano, de ahí el subtítulo del libro: A Journey to Rediscover the Forgotten Essence of Human Movement.
No creo que The Lost Art of Running llegue a convertirse en un best seller de la talla de Born to Run. Pero debería. Porque es un libro que nos permite plantearnos nuestras carreras de una forma totalmente diferente. Para mí, este es sin duda el libro más revolucionario que he leído nunca sobre deporte. Y llevo ya unos cuantos.
Foto: James Mackeddie |
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