Las primeras zancadas me suelen indicar desde la puerta de casa cómo voy a trotar. Y ayer no fueron sólo las piernas las que me dijeron que me lo tenía que tomar con calma. A pesar del extraordinario día de primavera que pudimos disfrutar, lo cierto es que tenía el cuerpo en plan perro, con una sensación de cansancio generalizada.
Lógicamente, la cosa no fue a mejor durante el recorrido. Así que pude practicar al menos eso de tratar de mantener la postura erguida y la cadencia alta en la peor de las situaciones. El resultado no fue espectacular precisamente.
Y aunque la sensación de arrastrarme malamente no me abandonó, por lo menos puede disfrutar del campo en todo su esplendor: prados resplandecientes, árboles luciendo sus hojas nuevas, flores por todos lados y un cielo todavía azul profundo. Incluso vi muchas peonías reventonas, quizás una de las flores silvestres más grande de España.
1h 58 min
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