Esta semana hemos tenido los amaneceres más tardíos del año. Porque aunque los días se van a seguir acortando hasta el solsticio de invierno, lo cierto es que ya no va a volver a salir el sol tan tarde en los próximos doce meses.
Y todo por la maldita manía de mover el reloj para arriba y para abajo. Gracias a esa estúpida costumbre, la semana que viene volveremos a ver cómo las primeras luces del alba retroceden en el tiempo. A costa, eso sí, de anochecer a una hora propicia para la morriña.
Así que no voy a poder ver la salida del sol al trote durante mucho tiempo. Al menos de forma habitual. Queda disfrutar de los cambios de luz que nos traen las nubes, la niebla y los cielos despejados.
Y queda también el cambio de temperaturas por el que pasamos de un otoño de libro a un veranillo de San Martín. Todo en una semana. El lunes corriendo todavía en medio de la niebla y con la maleza empapada por las lluvias recientes.
El martes con los cielos pintados de colores gracias al sol naciente. El miércoles recuperando los cielos abiertos y azules que tanto conocemos. Y el jueves saliendo otra vez a trotar con camiseta de manga corta.
Una semana completa en todos los sentidos. En la que he disfrutado de verdad de estas carreras cortitas con las que abro la jornada. Hay formas peores de empezar el día. En medio de un atasco, por ejemplo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario