Lo mejor para reponer líquidos después de correr es el agua. Pero todos solemos tener debilidad por alguna otra bebida. Desde refrescos de cola o isotónicos hasta gin tonic (supongo). La mía era una mezcla refrescante de cerveza sin alcohol y zumo. Pero hace poco, por razones médicas, he tenido que dejar de tomarla.
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domingo, 25 de octubre de 2015
lunes, 12 de enero de 2015
Moderación y frugalidad
Una de las cosas que más ha cambiado desde que comencé a correr tiradas de media y larga distancia ha sido mi relación con el agua y la comida. No es que me haya convertido en un asceta. De hecho sigo engullendo de lo lindo, sobre todo dulces. Pero mientras estoy corriendo, la necesidad de rellenar el depósito es cada día menor.
domingo, 7 de julio de 2013
El agua de la vida
Con el calor que hace estos días, el agua es el elemento más importante
a tener en cuenta al correr. Los recorridos de dos horas que hacíamos en
invierno sin sudar, se convierten ahora en un infierno si no disponemos de
litros de agua para poder terminarlos.
lunes, 29 de abril de 2013
¿Cuál es tu otro veneno?
Al escribir sobre lo que nos gusta tomar cuando terminamos de correr,
sólo pensé en bebidas porque en mi caso la comida no me sirve de estímulo. Y no
es porque no me guste comer. De todo. Sobre todo dulces.
martes, 23 de abril de 2013
¿Cuál es tu veneno?
Una de las cosas en las que pensamos mientras estamos corriendo, especialmente
cuando hace calor y el camino es largo, es en lo que nos vamos a tomar al final. Casi todos nos
imaginamos sentados, con las piernas estiradas y una bebida
fresquita en la mano.
lunes, 25 de febrero de 2013
El Muro
La gente suele decir que, cuando corres una maratón, alrededor del
kilómetro 30 te encuentras con el Muro. Así, con mayúsculas. Supongo que ese
Muro se ha hecho famoso por una razón muy sencilla: es el momento en el que la
mayor parte de la gente descubre por primera vez en su vida lo que es una
pájara.
La pájara llega cuando se han acabado las reservas de energía. Y lo
normal es que se acaben a las tres o cuatro horas de trabajo continuo (de ahí
que sea más habitual entre los ciclistas). Antes puede haber cansancio,
calambres, dolor, sudor y lágrimas. Todo chungo, pero eso no es el Muro.
Los profesionales y fauna similar corren la maratón en dos o tres
horas. Para eso hay que estar en muy buen forma. Pero no es un tiempo de
trabajo exagerado. Cuando pasan por el kilómetro 30 van cansados y con ganas de
llegar. Pero no están exhaustos.
La gente normal, los corredores de todos los días, suelen entrenar
durante una o dos horas como mucho. Tienen el cuerpo a punto y llegan a coger
ritmos rápidos. Pero el problema es que, cuando están en una maratón, se
encuentran con un elemento por el que no han pasado casi nunca. El del
agotamiento más completo y absoluto.
Como he dicho, ese momento suele llegar a las tres o cuatro horas.
Justo cuando muchos de los corredores pasan por el kilómetro 30. No es
cansancio. No es dolor. Es sencillamente una falta de fuerzas total, provocada
por el consumo de todas las reservas de energía de nuestro cuerpo.
La culpa no la tiene el esfuerzo físico. O al menos no de forma
directa. El problema aparece cuando no se han ido reponiendo esas reservas de
modo correcto. Y no, unas barritas o un par de botellines con bebidas azucaradas
no son suficientes.
En cualquier caso, aun sabiendo por qué pasa y aunque nos entrenemos
para evitarlo, el muro, la pájara o el tío del mazo siempre pueden esperarnos a
la vuelta de la esquina.
Por cierto, el video es de la película Run, Fatboy, Run (toda una declaración de intenciones).
jueves, 29 de noviembre de 2012
Comer corriendo
Haced lo que os digo y no lo que hago (que a veces soy
idiota perdido): antes de correr, comed. No un cochinillo asado con fabada.
Pero si lo suficiente para que el cuerpo vaya tirando de ese combustible y no
tenga que recurrir únicamente a las lorcillas de la barriga. Correr sin comer
es sinónimo de pájara segura. Lo digo por experiencias. Si, en plural (ya he
dicho que soy idiota).
Eso antes de correr. Pero durante la carrera, lo que como o
no depende del tiempo que esté trotando por esos montes de Dios.
En general, no suelo llevar nada cuando salgo a correr menos
de dos horas. O como mucho pillo una barrita de chocolate o un puñado de
dátiles. Sin embargo, cuando la cosa va para rato me lo planteo como una
verdadera excursión: con comida de verdad.
Luego, corriendo, suelo ir alternando cosas dulces y saladas
según me las pide el cuerpo. O la gula, que también vale. Si cada cual corre
como quiere, en lo de la comida los gustos no sólo cambian entre las personas,
sino que lo hacen incluso de un día a otro. Pero, en general, estos son los
alimentos que prefiero llevar en carreras largas:
Sándwich: en mi
caso, de pan de hogaza tostado con tomate, lechuga, pavo y queso. Cortados y
envueltos por separado en papel film.
Burritos: tortillas
de maíz o trigo con tomate, maíz, pollo... Ojo con pasarse con el relleno,
que gotea y pringa.
Fruta: no es cosa
de correr con un melón debajo del brazo, pero los plátanos son muy socorridos.
Bizcochos All-Bran
Fruta & Fibra: los prefiero a las típicas barritas energéticas porque
son más blandos y no están tan resecos. He visto por ahí que hay otras marcas
similares, pero todavía no los he probado.
Barritas de
chocolate: no me refiero a las de muesli reseco, que no hay quien las pase
por la garganta. Son las del tipo Mars, Twix o Snickers. Fáciles de encontrar
en cualquier parte y muy socorridas para animar al cuerpo.
Dátiles: a veces
llevo un buen puñado. Lo bueno de los dátiles es que son baratos y los hay todo
el año, pero dependiendo de la época también he llevado orejones, higos secos…
Conguitos: o
similares. Estos son una excusa para ponerme gocho. Hay quien prefiere
gominolas.
Barritas energéticas
caseras: solía hacerlas mezclando en la picadora higos secos, nueces,
dátiles, miel y gofio (el famoso pinole tarahumara en versión canaria). Se
pueden añadir más cosas o menos, según el gusto y el momento, aunque el coco
rallado no es buena idea porque no aguanta mucho antes de ponerse rancio. Luego
se enrolla la masa, se corta en trocitos y se envuelven por separado.
Mazapan: déjate
de geles con sabor mocachino o lima-limón. Las figuritas envueltas en sus
bolsitas individuales son perfectas. Lo mismo que el turrón. No tienen
electrolitos, pero saben a Navidad.
Obviamente, no llevo todo a la vez. O necesitaría una
carretilla para trasportarlo todo a la ida, y para trasportarme a mí a la
vuelta.
Otra cosa que creo que es práctica: siempre que como, bebo
unos sorbos de agua para ayudar al estómago a digerir. Y no dejo ningún papel
ni plástico tirados por el campo. Todo lo que va, vuelve. Menos el resuello.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Agua, comida y sal
Todos los que practicamos deporte durante tiempos
prolongados hemos sufrido “pájaras” alguna vez que otra. Para los que no las
han sufrido, la sensación es la de ser uno de los conejitos que no llevaban
pilas duracel. En un momento dado nos quedamos literalmente sin fuerzas.
Es muy típico de las etapas de montaña en las grandes
vueltas ciclistas. Estás viendo por la televisión a un corredor subiendo uno de
los últimos puertos con ritmo ligero y, de pronto, a la vuelta de una curva se
queda clavado. Tal cual. No tiene fuerzas ni para bajarse de la bici. Y llega
de forma tan repentina que parece un chiste. Perico lo llama “el tío del mazo”.
Lo verdaderamente malo es que, si el esfuerzo continúa,
aparecen otros síntomas más fastidiosos: pérdidas de visión, mareos, náuseas…
Este es el territorio de las carreras de larga distancia.
Una de las primeras veces que me dio una pájara fue subiendo
en bici un puerto del Cantábrico. La solución en ese momento fue doble. Lo
primero que hice fue echarme una siestecilla al borde de la carretera. Lo
segundo, arrastrarme hasta el siguiente pueblo y meterme en el cuerpo un cocido
montañés. Funcionó.
Pero cuando llevas corriendo por el monte unas horas y te da
la pájara, no siempre te puedes parar ni encuentras un bar a la vuelta de la
esquina. Hay que seguir p’alante como sea. Y es que, aunque ayude la experiencia,
no es fácil evitarlas (los ciclistas de la tele sirven de ejemplo).
Según la nutricionista Sunny Blende, el problema en una
carrera de larga distancia es que al recargarnos de energía nos movemos por una
línea muy fina y resbaladiza. Si no bebemos y comemos lo suficiente, el cuerpo
se queda sin energía. Pero si comemos demasiado, el cuerpo utiliza la energía
que necesitamos para correr en metabolizar las calorías sobrantes, dejándonos
las piernas de plomo.
Los tres errores más habituales que nos llevan a arrastrarnos
con la lengua fuera por esos caminos de Dios son: la bebida, la comida y las
sales. En pocas palabras, hay que tomar líquidos, alimentos y sales de forma
constante a lo largo de la carrera. Y según Sunny, “empezando pronto y no dejar
de hacerlo en ningún momento”. Eso sí, con muchas horas de práctica para
aprender a escuchar a nuestro cuerpo.
Las numerosas pájaras por las que he pasado, dejan claro lo
sordo que estoy en eso de escuchar al cuerpo. Pero al menos algo he aprendido:
Bebida:
Es el elemento que más depende de las condiciones de
carrera. La pérdida de agua de nuestro cuerpo no tiene nada que ver un día de
agosto o uno de diciembre. En cualquier caso, lo recomendable es beber siempre
un par de sorbos cada 20-30 minutos (yo en verano incluyo cada hora una botella
de agua de medio litro de una sentada).
Y si la carrera es realmente larga, lo mejor es combinar
bebidas isotónicas con agua. En mi caso, después de dos o tres horas ya estoy
harto de su sabor entre salado y dulzón, por lo que suelo llevar siempre una
botella de agua sola para desengrasar de vez en cuando.
Comida:
Mis peores pájaras las he tenido por salir a correr muchas
horas con el estómago relativamente vacío. Comer durante la carrera es
fundamental, pero más importante si cabe es llevar el depósito de gasolina bien
lleno de salida. Luego le iremos echando cosas por el camino (lo mejor es
hacerlo siempre poco a poco y antes de que el cuerpo se agote).
Hace poco leí en el libro de Adharanand Finn Running with the Kenyans que los keniatas
no toman nada antes de sus sesiones de entrenamiento matutinas (y sólo un té
después). Pero hay que tener en cuenta dos cosas: son atletas de élite y son
velocistas. Si, ya sé que corren la maratón. Pero lo hacen a ritmo de
velocista. Sus carreras duran poco más de dos horas. Cuando yo corro sólo una
hora y media o dos, muchas veces no llevo ni agua. La comida sólo es un factor
fundamental en carreras largas.
Sal:
Con la comida y las bebidas isotónicas suele ser suficiente
para compensar las pérdidas de sales. Hay quién recomienda llevar complementos
o incluso sal de roca. Pero creo que con meter unas galletas saladas (o
similares) en la mochila ya vamos bien servidos.
El asunto de qué alimentos prefiero y de las marcas de
bebidas isotónicas que llevo en la mochila lo dejaré para más adelante.
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