Con el calor que hace estos días, el agua es el elemento más importante
a tener en cuenta al correr. Los recorridos de dos horas que hacíamos en
invierno sin sudar, se convierten ahora en un infierno si no disponemos de
litros de agua para poder terminarlos.
En media hora el cuerpo se queda deshidratado, por lo que cuando
corremos más rato siempre hay que llevar una buena provisión de líquido. Hay
quien dice que un litro por hora, aunque eso depende sobre todo de lo que se
sude (yo creo que necesito casi dos litros).
El problema más gordo es que, por el campo, en verano y en Castilla, es
difícil encontrar una fuente o un arroyo cantarín para repostar. Así que toca
cargar con bidones o similares. Y hay varias formas de hacerlo.
Lo más básico es llevar una botella a pelo, en la mano. Y lo que puede
parecer algo primitivo en estos tiempos de tecnología punta, no lo es tanto.
Muchos de los mejores corredores de ultras llevan uno o dos bidones. A veces
con enganches de marcas pijas por eso del marketing.
Al principio, yo también probé a llevar la botella en la mano, unas
veces suelta y otras con un brazalete casero (es muy fácil hacerlo con una
cámara de bici). El experimento duró poco tiempo. No porque no funcione, sino
porque a mí me gusta correr con las manos libres.
En mi caso, la solución para carreras cortas en verano (o largas con
fuentes por el camino) es un cinturón sencillo de esos portabidones. Bien
apretado no se mueve, y existe la posibilidad de comprar uno doble. Los hay de
lujo, tuneados con rejillas y bolsillos chulos. Y los hay sencillos (mi caso).
Lo malo es que, en verano, para salidas largas en las que haga falta
llevar mucha agua (o sea, todas) esa solución se queda un poco escasa. Así que,
para llevar más líquido lo más normal es usar una mochila con bolsa de agua.
Yo también me compré una, y mandé la bolsa a la basura a las primeras
de cambio. Puede quedar muy chulo y profesional eso de ir chupando de la
boquilla mientras se corre, como si fuéramos astronautas. Pero el sistema del
tubito para beber y el rellenado de la bolsa son dos inconvenientes grandes del
sistema.
Ahora uso esa mochila, pero con bidones grandes (suelo llevar uno con
agua y otro con isotónica). Y paro un momento a beber. Pierdo medio minuto,
pero así bebo mejor y controlo mejor cuanto líquido me queda. Además, el
rellenado es fácil y rápido.
Hay también unas mochilas especiales en las que las botellas se cuelgan
por el exterior, por delante, en las correas de los hombros. Incluso se venden
portabidones sueltos para ponérselos a cualquier mochila.
Sin embargo, creo que es mejor llevar el peso detrás (y el ruido
constante del agua también). Los bolsillos de las correas yo los uso para
llevar barritas o el móvil. Y dentro de la mochila, debajo de las botellas y en
bolsas de plástico para que no se empapen, el resto del material (gorra, gafas,
ropa…).
En definitiva, las soluciones al problema del agua son muchas y
variadas. Sencillas y complicadas. Caras y baratas. La que elijamos dependerá
de nuestros gustos. Pero lo importante es no quedarse deshidratado por el
camino (el que lo haya sufrido, sabe de qué hablo).
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