Una vuelta más por el mismo recorrido. Aunque esta vez he cambiado un
poco, bajando por unos senderos que llevan a las cascadas por el fondo del
valle del Peregrinos. Sobre todo por evitar la pista más grande, que con el
arreglo de la excavadora ha quedado bastante fea.
Y ha sido esa misma excavadora la que ha abierto un boquete en la
tubería general que trae el agua a Hoyo de Manzanares desde Moralzarzal. La
cantidad de agua que salía cortaba el camino antes de convertirse en arroyo
cantarín, por lo que no quedaba más remedio que mojarse las zapatillas.
La parte mala era la pérdida de tanta agua. La buena es que he podido
beber a gusto en un sitio en el que ya no quedan fuentes, ni nada que se le
parezca. Así que, después de rellenar la botella, he seguido el sendero para
bordear la sierra de Hoyo.
La bajada final ha sido muy tranquila. Al haberme tomado las cosas con
calma desde el principio, he podido terminar con las fuerzas casi enteras. Cada
vez veo que merece la pena eso de ir más lento, pero disfrutar más.
En resumen:
- Un recorrido con la hora medida, llegando a casa justo con la última luz del día.
- Los perdigones siguen siendo enanos, pero ya pueden volar. Una estrategia mejor para escapar que la de quedarse quietos en medio del camino, fingiendo que no hay nadie.
- Ahora les toca a las milenrama amarillas que florecen en el borde de algunos caminos de Hoyo. El resto del campo sigue todo reseco.
21,60 Km (13,42 millas)
503 m
2h 14 min (9,67 Km/h)
Ayer, al empezar a correr en Hoyo, al lado del depósito, lo primero que oí fue el canto de la oropéndola, después de criar se las oye de nuevo (aunque es más difícil verlas)
ResponderEliminar