miércoles, 3 de julio de 2013

Vuelta a las Colinas



Una vuelta generosa a las Colinas, con ganas de explorar un poco. Y como siempre que se explora en medio del campo, las cosas suelen terminar con partes malas y buenas.

Las malas han sido de dos tipos, aunque han estado relacionadas. En mi primera inquisición por en medio del monte, con ganas de seguir unos caminos que aparecían claros, claritos en las fotos aéreas, he llegado a una bifurcación con pocas opciones.

A la izquierda, el camino más claro giraba hacía donde yo no quería ir. Y a la derecha, arrancaba un senderillo medio desdibujado con un cartel que nos avisaba eso de “peligro, abejas”.

Por supuesto, mi parte aventurera (por no decir idiota) me ha hecho coger el de la derecha. Un sendero que pasaba por en medio de unas 40 colmenas alineadas a los lados, en fila india. Como amigos del cole esperando a darnos una colleja. Rapidito seguro que no pasa nada, me digo. Y a mitad del pasillo de abejas ya estaba arrepintiéndome. En total dos picotazos: pierna y espalda.

Y encima el camino desparecía en medio de unos jarales, que han terminado por arañarme donde los aguijones no habían tocado. Menos mal que al final he descubierto unas fuentes que no tenía catalogadas.

El segundo tipo de maldad aventurera ha llegado tratando de seguir un camino hasta el arroyo de Maniña. Todo bien hasta que, como suele suceder, el sendero se ha cansado y ha dejado de existir. Tocaba tirar de perdidos al río, campo a través, clavándome todas las pajitas y espigas habidas y por haber.

Pero como bien saben todos los exploradores, sin estos problemas no descubríamos nada interesante. En mi caso han sido un lagarto ocelado enorme y poderoso, que ha aguantado quieto como un machote a que le sacara una foto a un par de metros (a pesar de lo malo que es mi móvil, se le distinguen los puntos azules en los lados del cuerpo).

Y el arroyo en cuestión, con un senderillo que cumple para arriba y que promete para abajo (en otra ocasión habrá que indagarlo).

En resumen:

  • Una vuelta azarosa y divertida, con una buena nota al arroyo de Manina.
  • Además del lagarto ocelado, el día ha sido de muchos bichos. Primero una familia de perdices, con los perdigones corriendo despavoridos por el camino hasta quedarse quietos, fingiendo que no estaban. Luego conejos, rabilargos, vencejos (muchos) y una oropéndola.
  • Dos fuentes más a tener en cuenta: la de Valdelaza y la de la Toja.

19,49 Km (12,11 millas)
429 m
2h 08 min (9,14 Km/h)

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