Esa ola de calor estacional que llamamos verano ya está calcinando el campo desde hace días. Y el sol nos recuerda con sus rayos de fuego que no hemos venido a este mundo a disfrutar. Ni siquiera podemos decir aquello de que podría ser peor. Ojalá lloviera!
Aunque en mis salidas mañaneras me encuentro temperaturas más soportables, lo cierto es que mi cuerpo no está por la labor. Salgo ya de casa con el cansancio puesto, y vuelvo con las piernas de plomo. Los pulmones van a su bola, y mucho ojo con pedirles un poco más. Y el corazón late como si llevara un bastón en la mano (con el que me arrea de vez en cuando).
Lo malo del cambio climático es que en mi caso viene acompañado con el cambio de edad. Así que ya no sé si estoy para el arrastre por el calor o porque me hago viejo. Seguramente sea por las dos cosas. Fugit irreparabile tempus.
No hay comentarios :
Publicar un comentario