No ha sido nada tremendo ni calamitoso, sobre todo teniendo en cuenta lo que ha estado cayendo el último mes por el Caribe. Pero el caso es que gracias a Ofelia, una especie de tormenta tropical venida a menos que ha venido a visitarnos, hemos visto como las cosas han cambiado de un día para otro.
En plan bueno, eso sí. Porque las lluvias que ha traído consigo Ofelia han servido para apagar fuegos en Portugal y Galicia, entre otras cosas. Mientras que en este rincón castellano, el paisaje que nos han dejado estas tormentas ha sido realmente espectacular.
Hemos pasado de un tedioso final de verano a un otoño en todo su esplendor. Con el campo oliendo a mojado. Realmente no hay nada mejor que el aroma de jaras, cantuesos y tomillo después de las lluvias.
Con los caminos mullidos y con charcos (pocos todavía, pero muy bienvenidos). Y con la esperanza de que las lluvias hayan venido para quedarse. O, al menos, para visitarnos cada poco.
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