lunes, 4 de septiembre de 2023

Mono no aware


Todos los corredores sabemos, aunque intentemos olvidarlo, que tenemos las zancadas contadas. Por eso creo que debemos disfrutar de cada uno de los pasos que damos al trote. Su belleza, su importancia, están precisamente en que no son eternos.

Filósofos como Heráclito ya nos avisaron de que no conviene atarse a nada, porque nada permanece. Poetas como Virgilio sabían que el tiempo huye siempre de nuestras manos. Y los japoneses hicieron de lo efímero una parte fundamental de su cultura.

Yo espero que me queden todavía muchas zancadas de las que disfrutar. Pero mi compañera de correrías se está despidiendo ya definitivamente de las galopadas, con sus incansables idas y venidas persiguiendo olores maravillosos entre las jaras.

Le pesan ya los años. Tanto, que cada vez le cuesta más andar o levantarse. Sin embargo, a pesar de que su paso es lento y vacilante, cuando por las mañanas salgo a correr todavía pega saltos de alegría y me acompaña en algún recorrido. Como buena corredora que es, va mejor al trote que andando. Apura tus últimas zancadas con alegría, compañera!



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