Después de muchos años en los que el verano parecía no acabar nunca, las lluvias de la última semana nos han ido metiendo poco a poco en un otoño que cumple de nuevo con el calendario.
Mañanas frescas en las que da gusto correr. Por un campo que se ha ido cargando de humedad y en el que la hierba crece por primera vez en lo que llevamos de año. Y es que el otoño de verdad no deja de ser una pequeña primavera verde.
Aunque vuelvo a correr todos los días, lo que ya no espero es recuperar la forma. Soy más feliz asumiendo que se fue para no volver, lo que me permite disfrutar de los pasos que doy ahora, y no las zancadas que daba en un pasado cada vez más lejano. Algo que es más fácil cuando el tiempo acompaña. Y a mi me ha gustado siempre el otoño.
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