Pero la vida no se trata de una competición. Nos alegramos o entristecemos con lo que nos afecta, aunque a veces sean cosas muy pequeñas. Como saber que afuera nos esperan el sol, la lluvia, el canto de los pájaros, el olor de la tierra mojada y de las flores recién abiertas... pero que tenemos que continuar encerrados en casa.
No sabemos todavía cuándo, pero de lo que podemos estar seguros es de que los senderos que se pierden en el horizonte nos seguirán esperando. Y volveremos a correr por ellos de nuevo.
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