Y afortunadamente, según la sabiduría popular, todo lo que baja, sube. Así que en esas estoy, recuperando la forma poco a poco, y alargando cada día mis recorridos.
Afortunadamente, además, porque no me gusta perderme estos momentos de cambio en el campo. Semanas en las que se pueden ver crecer las plantas y en las que los animales vuelven a alegrarnos la vida. Ya llegará el calor infernal y sus días interminables con cielos desteñidos por el sol.
Ahora cada mañana nos sorprende con una luz diferente, y el monte cambia los colores como la indolencia de los adolescentes. Este año, y a estas alturas, los árboles ya están perdiendo las flores y les brotan por momentos las nuevas hojas. Hay momentos en los que creo que quizás prefiera el otoño, pero la primavera sabe reclamar siempre su papel protagonista. Sólo queda disfrutar del espectáculo.
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