Me repito, se que me repito. Y mucho. Pero realmente cuando llega la primavera nunca me canso de decir que hay que salir a vivir en directo cómo renace el campo. Cómo se llena de vida, cómo hasta la luz baila de alegría. No es momento de vaguear.
Nuestros problemas y preocupaciones no desaparecen por encanto; la vida sigue siendo cara; los agobios del trabajo continuan donde los dejamos el día anterior... Pero un paseo por el campo en primavera siempre ayuda a mirar el mundo con más optimismo.
De lugares lejanos llegan de vez en cuando modas como el shinrin-yoku o el tree hugging, asegurando bienestar a fuerza de comulgar con el paisaje. Lógico. El sentido común debería recordarnos siempre que nunca hemos dejado de ser animales y que formamos parte de la naturaleza. Aunque a veces se nos olvide.
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