Las últimas semanas he ido coleccionando lesiones y dolores variados, que por lo menos han tenido el buen gusto de atacar de uno en uno. Así que tan sólo he podido correr en esos breves intervalos en los que creía que mis males habían terminado.
Ratos en los que he ido viendo cómo el campo cambiaba. Dejé de correr de forma regular en primavera y he ido trotando a salto de mata con el verano ya dueño del campo. Los prados han ido perdiendo el verde y han ganado una gama de ocres y amarillos. Las únicas plantas que lucen ahora sus flores son los gordolobos, que redimen un poco su desgarbada presencia pintando de amarillo el paisaje.
Aun así, el tiempo ha seguido siendo el propio de esta época del año, con algunos días frescos y tormentas esporádicas. Y eso que, en los últimos años, para estas fechas ya estábamos viviendo el infierno castellano.
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