Cantabria es una tierra de paisajes campestres. La naturaleza lo invade todo, aunque en una versión muy domesticada. Sus montañas no amenazan, ni forman valles profundos. El verde de sus prados se tiñe a veces de amarillo. Y no pasa un año sin que los pocos senderos que todavía resisten los entierre el asfalto.
Para los que nos gusta correr por el campo, Cantabría no es ningún paraíso. Es difícil encontrar tierra sobre la que pisar. Así que cuando vengo a esta región suelo tomarme un descanso. En este caso ha sido, además, el descanso del descanso, ya que he arrastrado varias lesiones que me han impedido correr como es debido durante los dos últimos meses.
Pero, cuando me pueden las ganas de trotar, tengo que buscarme la vida con pocas opciones a mi alcance. En este caso, los recorridos más silvestres a tiro de piedra están en las laderas de la sierra Cabarga. Por eso, he estado trotando varios días por el sendero de los lagos de Valcaba, con largos tramos horizontales en los que volver a recuperar un poco la forma.
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