Vuelvo a salir de noche aprovechando que el tiempo ha mejorado. Ayer estuvo
lloviendo todo el día, así que tengo que ir sorteando los charcos por los
caminos, algunas veces saliendo campo a través para esquivar los más grandes.
Por los senderos no hay nada que esquivar, ya que se han convertido en
verdaderos arroyos. Así que chapoteo por donde menos agua corre y consigo
llevar los pies relativamente secos durante toda la salida.
Aunque el cielo está relativamente despejado, a la luz del frontal veo
caer copos de nieve perdidos que arrastra el aire del norte. Con la primera luz
veo que la sierra de Hoyo vuelve a tener una capilla de nieve, en plan tarta
con azúcar glass.
Por cierto, lo que se nota es que el rato que pasa desde que aparece
esa primera luz en el horizonte, hasta el momento en que se pueden ver realmente
las piedras del camino es mayor ahora que en verano.
Hacía el final del recorrido, el amanecer ilumina la sierra de Hoyo
como si hubiera un incendio. El espectáculo me pide parar a hacer una foto
(aunque sea con mi móvil prehistórico).
En resumen:
- Creo que mis tiempos normales se han instalado más en los nueve kilómetros por hora que en los diez. Nos hacemos viejos amigo Sancho.
- Bien elegidas las capas de abrigo, se aguanta casi lo que sea. La obviedad del día: con viento, lo mejor es un cortavientos (o chubasquero).
20,45 Km (12,71
millas)
431 m
2h 16 min (9,00 Km/h)