Entre el parón que he tenido y la rodilla izquierda con ganas de juerga, he decidido tomármelo con calma. Que para correr más rápido siempre queda la vuelta.
Con las primeras luces del día, y la marea alta, la playa de Trengandín estaba vacía. El problema de correr por la arena mojada es que los pies se hunden a veces y es más difícil pillar un ritmo constante. Pero el paisaje merece la pena.
Tras pasar el Brusco, la playa de Berria aparece ocupada tan sólo por surferos de pro y un puñado de paseantes abrigados. Ya al final, en la subida hacia el faro, puedo comprobar que los presos del Dueso también aprovechan los aleros del patio para resguardarse de la llovizna que empieza a caer.
Al llegar al alto, camino del faro, decido volver. Llevo poco más de una hora y no quiero forzar en la vuelta a casa, por lo que toca desandar lo andado.
En resumen:
- Un recorrido tranquilo en el que las subidas son bruscas (como bien sugiere el nombre del peñón que divide las dos playas).
- La forma la iré recuperando poco a poco, pero se confirma que los recorridos largos para el cuerpo van a volver a ser los de veinte kilómetros.
19,8 Km (12,30 millas)
254 m
2h 14 min (8,87 Km/h)
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