La forma que tenía hasta hace un mes ha ido desapareciendo
por falta de uso. Han sido semanas en las que, al no poder correr de forma
habitual, tan sólo he podido gastar los últimos cartuchos haciendo salidas largas por la
montaña. Pero todo se acaba.
Y antes de quedarme del todo sin fuerzas, pensé que nada
mejor que hacer algo digno de ser recordado. Así que, con el fresquito de
Ferragosto me he lanzado por esos caminos de Dios hasta Segovia. Lo bueno es
que he llegado vivo. Lo malo es que he notado realmente lo flojo que estoy ya.
He salido cansado, a pesar de coger un ritmo flojo, flojo
desde el principio. Y la cosa no ha ido a mejor precisamente. Ha oscilado entre
mal, muy mal y extremadamente mal. El tiempo que he tardado sirve de testigo.
Hasta la Fuenfría por lo menos he ido más o menos entero.
Hay una fuente de agua fresca cerca del hospital que me ha dado muchas alegrías
en el pasado. Y hoy ha sido un buen sitio para beber tranquilo con vistas a la
segunda parte del recorrido.
Para subir al puerto tenía tres opciones. O mejor dicho dos,
porque la pista de la Carretera de la República ni me planteaba un día de
fiesta (hay menos gente en el Retiro). Como veía que las fuerzas estaban justas
he decidido tirar por la Calle Alta. Una subida brutal que tiene la ventaja de que
gana toda la altura en un par de kilómetros. Aunque esta vez sólo he visto la
parte brutal y no la ventaja.
Una vez arriba he repuesto fuerzas en otra fuente, mientras
charlaba con un ciclista que estaba en las mismas que yo. Ya sólo quedaba un camino
cuesta abajo hasta Segovia. Veinte kilómetros en los que mi mayor error ha sido
no comer lo suficiente en los quince finales.
Además, el calor ya pasaba factura a esas horas. El sol brillaba
todo el rato, a pesar de que el cielo se iba llenando de nubes poco a poco. De
hecho, justo cuando he llegado a Segovia se ha nublado por fin (a buenas
horas).
Ha sido la última salida larga. No creo que haya más, porque
no hay más de donde sacar fuerzas. Me quedan al menos carreras tranquilas y
cortitas para disfrutar durante una hora del campo al alba (y sólo durante el
fin de semana).
Ya sé que Segovia no era la meta, pero siempre fue un objetivo, no? Por eso, enhorabuena por la machada tipo Rocky, que tiene más merito si cabe por la dureza de no estar del todo fino. Cuantos km fueron y como lo hiciste para volver, coche escoba o tren? Bueno seguro que ahora con la nueva situación acabarán saliendo nuevos objetivos igual de interesantes y mientras tanto, a seguir corriendo lo que se pueda.
ResponderEliminarLa de Segovia creo que ha sido realmente mi última salida larga. Fueron sesenta kilómetros en siete horas y media (volviendo en tren y autobús). Por ahora toca parón total. En septiembre volveré a correr los fines de semana, pero supongo que como mucho podré salir una horita. Quizás podamos quedar algún domingo para una salida tranquila de 10-15 km. (si te reconcilias con eso de correr por el campo).
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