Un recorrido clásico y sencillo para celebrar este reencuentro con el campo de Cantabria. Mucho más bonito para los ojos que para las piernas. Y no porque la cuestas sean demasiado empinadas, sino porque aquí los caminos están todos asfaltados. Y se hace difícil disfrutar realmente de la naturaleza.
Pero a falta de montañas de verdad y de bosques cerrados, los campos de Santander nos refrescan el alma a los que estamos acostumbrados a correr por terrenos más secos. Y encima las vacas, caballos y ovejas siempre nos animan cuando pasamos a su lado.
El abuso de asfalto me suele obligar a dosificar las salidas en estas tierras. Pero el cuerpo también agradece unas vacaciones tranquilas para reponerse y reparar esas pequeñas tensiones acumuladas a lo largo del año.
Dormir mucho, nadar en el mar, pasear por la playa y disfrutar de una buena quesada. Un plan perfecto para renovar las fuerzas.
2h 20 min
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