A todos los que de verdad amamos el deporte en general, y correr en particular, no nos hace ninguna gracia el tema del doping. Podemos entender que haya gente que lo haga por razones económicas o por problemas de ego... Pero sabemos que tomar drogas prohibidas para mejorar el rendimiento es sencillamente hacer trampas.
Sin embargo ¿qué pasa con las drogas permitidas? Porque en el fondo hay muchas sustancias legales (más o menos artificiales) que nos hacen también mejorar nuestro rendimiento. Quizás, si fuéramos puristas (y consecuentes con nuestras ideas) deberíamos dejarlas igualmente de lado.
En el mundo del deportista aficionado no es raro encontrarse inmerso en medio de sustancias como los batidos de proteínas, pastillas de cafeína, carnitina, ibuprofeno, aspirinas, bebidas con taurina... Casi todos ellos, productos creados con el único objetivo de que vayamos citius, altius, fortius.
Quizás en esa categoría incluso debiéramos incluir también los chutes de glucosa típicos de los geles. O los vendajes con tiras de colores que sujetan nuestros músculos y articulaciones.
Al final ¿dónde ponemos la línea roja? Porque los extremos siempre suelen estar muy claros. Pero la cosa se lía cuando nos enfangamos en el territorio intermedio.
No es una pregunta con respuesta fácil. Puede que ni siquiera haya una única respuesta. Pero creo que todos los que nos consideramos deportistas deberíamos pensar qué hacemos nosotros mismos en esas zonas grises antes de juzgar a los demás.
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