Si embarcarse en una aventura es salir de nuestra rutina y abandonar lo que los cursis llaman zona de confort, entonces podemos vivirla sin alejarnos mucho de la puerta de nuestra casa. Siendo como es él, en el caso de Kilian Jornet su ejemplo de aventura improvisada es un verdadero desafío a los límites de la resistencia del ser humano.
Pero cada uno de nosotros podemos lanzarnos a nuestras propias aventuras personales sin tener que morir despeñados en picos inaccesibles. El reto puede ser tan sencillo como correr hasta el pueblo de al lado. O subir diez montañas en un día. O aguantar trotando 24 horas… O lo que a cada uno le parezca mejor.
Solos o en compañía. En línea recta o dando vueltas a la manzana. Un desafío divertido y del que podamos aprender, y que se convierta en una pequeña aventura para recordar en el futuro.
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