La ladera sureste de Abantos en uno de los mejores sitios para correr al alba. Porque según vamos subiendo por sus senderos o por su carreterilla de las trece curvas podemos admirar el paisaje con los primeros rayos del sol. Y porque, además, esos mismos rayos nos van a venir muy bien para entrar en calor.
El recorrido que suelo hacer de vez en cuando comienza trepando por esta ladera, para luego ir faldeando hacia el norte y terminar la subida por el lomo o, como en este caso, por las pistas que cogen altura ya en el valle de Cuelgamuros.
Abantos es quizás uno de las cimas más fotografiadas de la sierra madrileña. Es muy famosa su enorme cruz blanca que lo corona. O por lo menos eso parece, porque la cima real del monte Abantos no es ni esa cruz, ni las antenas que se alzan unos metros más arriba. La piedra que marca el punto más alto es tan humilde que forma parte de una valla de piedra, cumpliendo una doble misión sin que nadie se percate de que está ahí.
Para bajar he seguido el sendero que desciende rápido hacia la pista asfaltada. A pesar de que el recorrido es relativamente suave, el cansancio me aconsejaba dejar de marear la perdiz y dar por finalizada una salida de la que siempre disfruto. A ver si cojo pronto un poco de forma y puedo prolongar mis excursiones serranas.
2h 46 min
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