Esto ya no es normal. No es ya tener un día malo y achacarlo a la edad o a los ataques sin cuartel a la nevera. Con dos personas griposas en casa me temo que voy a tener yo también un virus tontorrón, que sólo me afecta cuando comienzo a trotar.
Pero a pesar de la flojera he decidido tirar palante. Pocas veces se puede disfrutar de un día perfecto de primavera el 1 de febrero. Había que aprovecharlo aunque fuera arrastrando los pies por el campo. Que ya vendrán luego el frío o el calor para quitarnos las ganas.
Así que la salida ha sido agridulce. Sufriendo hasta cuando iba cuesta abajo, pero perfecta en cuanto al escenario. Incluso con algo de público silvestre: en este caso, un venado enorme de doce puntas al que han debido de asustar mis estertores.
1h 35 min
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