La última salida por tierras cántabras ha sido un poco decepcionante. No tanto por el paisaje, como por la sensación de flojera total que lastraba mis piernas. Ha sido una de esas salidas en las que termino el trayecto previsto más por cabezonería que por ganas de seguir corriendo.
Por lo menos el sol tempranero embellecía las playas y cortados de este tramo de costa que va desde Loredo hasta Galizano. He comenzado a trotar con la vista puesta en la isla de Santa Marina, con arañazos abiertos entre la maleza que denotan una mayor presencia humana. Luego viene un tramo largo de acantilados hasta la playa de Langre, una de las más bonitas de estas tierras.
El sendero termina en la pequeña cala de Arnillas, donde he decidido dar la vuelta para no tener que correr por asfalto. Al acabar el recorrido he decidido quitarme el cansancio con un baño matutino en la playa de los Tranquilos. Un final perfecto para una salida poco airosa.
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