Tan sólo he podido salir a correr una vez durante el viaje por Bretaña, y no por falta de ganas. Pero mi cuerpo pilló un mal bicho unos días antes de partir y he ido arrastrando la flojera por Francia.
De hecho, la flojera me ha acompañado todavía durante esta salida por el hayedo de Lanvaux. Un bosque de repoblación en Bieuzy que conserva algunas zonas más silvestres, en las que el musgo cubre todo como si fuera una mullida manta verde.
En vista de que todo mi cuerpo estaba en fase Defcom 2, tampoco es que me haya ido demasiado lejos. Pero al menos me ha servido para quitarme las ganas de trotar por un lugar en el que la humedad, la niebla y la llovizna me hacían olvidar que todavía estábamos en pleno verano.
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