Las tormentas de finales de agosto presagiaban un cambio de tiempo. Y es cierto que la temperatura ha bajado; pero las lluvias de otoño todavía no han hecho acto de presencia. Así que está el campo en un estado latente, necesitado de mucha agua después de un verano duro y seco.
Esta semana me he acercado a las charcas del Camorcho, y tan sólo hay restos de agua en la más grande. Me sorprendió un ánade que salió volando sorprendido cuando me acerqué. Las plantas y animales parecen expectantes, como los personajes de la obra de Beckett. Esperemos que no pase como con Godot, y que lleguen pronto nubes oscuras cargadas de lluvia.
Mientras tanto, en estos días he empezado a poner en el jardín un pequeño bebedero para los pájaros, junto al comedero en el que les dejo algo de comida. Sobre todo lo usan los rabilargos y gorriones que anidaron en los fresnos, pero creo que ahora necesitan más el agua que las migas de pan.
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