En casi todo el mundo el mes de septiembre supone el inicio de un nuevo ciclo. Pero creo que los franceses han sabido recoger mejor que nadie con su rentrée tanto el carácter de principio que vivimos en estos días como el de continuidad, de revolución del ciclo de la vida.
Y en esas estamos, volviendo a recuperar rutinas una vez más. Novedad y tradición; lo nuevo y lo viejo. Casi, casi, como la reina de corazones: corriendo para volver a ocupar el mismo sitio.
Esta primera semana ha sido, además, de transición en el tiempo, pasando del último calor veraniego a las tormentas que ya anticipan la llegada del otoño. Y de transición también en lo físico, con el cuerpo tratando de recuperar poco a poco la forma perdida. En mi caso tan perdida que no recuerdo ni siquiera dónde me la dejé olvidada.
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