En uno de sus libros, el escritor y periodista Malcom Gladwell
analizaba la importancia de la práctica y el entrenamiento como factores
fundamentales para alcanzar el éxito. De hecho, a lo largo del libro mencionaba
en muchas ocasiones la famosa regla de las 10.000 horas. Con ese tiempo de
práctica en el bolsillo tendríamos prácticamente asegurada la maestría en
cualquier campo.
Sin embargo, en su último artículo, Gladwell comenta el libro The
Sports Gene, de David Epstein, e introduce una nueva perspectiva a la hora de
analizar el éxito de los mejores corredores del mundo. El trabajo y la
dedicación siguen marcando las diferencias, pero nunca viene mal partir con algo
de ayuda.
“¿Por qué muchos de los mejores corredores
de larga distancia provienen de Kenia y Etiopía? Según Epstein, la respuesta
comienza por el peso. Un corredor necesita estar delgado, sobre todo tener
gemelos y tobillos estilizados, ya que mover cada kilo extra de peso en las
extremidades cuesta mucho más que ese mismo peso en el torso. Por eso es tan
importante rebajar unos pocos gramos en las zapatillas. Corredores de la tribu
Kalenji, en Kenia (de donde son la mayor parte de los mejores corredores del
país), tienen precisamente esas características. Epstein menciona un estudio en
el que se comparaba a kalenjis con daneses. Los kalenjis eran más bajos, tenían
las piernas más largas y sus pantorrillas pesaban medio kilo menos. Eso se
traduce en un ocho por ciento menos de energía consumida por kilómetro. (Para
apreciar la evidencia de las peculiaridades de la pantorrilla de los kalenji,
se pueden ver fotos del gran fondista keniata Asbel Kiprop, un alto y elegante
atleta que parece correr sobre dos lápices de ébano). Según Epstein, hay una
explicación evolutiva para todo esto: los ambientes cálidos y secos favorecen
los miembros largos y delgados, al ser más fáciles de refrigerar, mientras que
los climas fríos favorecen los cuerpos macizos y sólidos, que conservan mejor
el calor.
Los corredores de fondo también obtienen un
gran beneficio cuando viven a gran altitud, ya que el cuerpo debe compensar la
falta de oxígeno produciendo más células rojas en la sangre. Pero no a
demasiada altitud. En los Andes, por ejemplo, el aire está demasiado enrarecido
para poder realizar los entrenamientos de un corredor de élite. El rango óptimo
está entre los dos mil y los tres mil metros de altitud. Los mejores corredores
de Etiopía y Kenia provienen de las zonas altas del valle del Rift, que, en
palabras del propio Epstein, se “alzan en el punto dulce”. Cuando los keniatas
compiten contra los europeos o norteamericanos, los keniatas saltan a la pista
con una enorme ventaja de salida.”
No es que sea nada nuevo. De hecho, como bien menciona Gladwell, tan
sólo hace falta ver la silueta de un corredor etíope o keniata para darse
cuenta de que su cuerpo es como el de una gacela (mientras que el nuestro
parece el de una vaca).
Pero el artículo me parece interesante porque sirve para ver las cosas dese otro punto de vista. Por ejemplo, para reflexionar sobre deportividad, dopaje y cirugía deportiva.
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