viernes, 6 de septiembre de 2013

Running behind the Kenians

En uno de sus libros, el escritor y periodista Malcom Gladwell analizaba la importancia de la práctica y el entrenamiento como factores fundamentales para alcanzar el éxito. De hecho, a lo largo del libro mencionaba en muchas ocasiones la famosa regla de las 10.000 horas. Con ese tiempo de práctica en el bolsillo tendríamos prácticamente asegurada la maestría en cualquier campo.

Sin embargo, en su último artículo, Gladwell comenta el libro The Sports Gene, de David Epstein, e introduce una nueva perspectiva a la hora de analizar el éxito de los mejores corredores del mundo. El trabajo y la dedicación siguen marcando las diferencias, pero nunca viene mal partir con algo de ayuda.

“¿Por qué muchos de los mejores corredores de larga distancia provienen de Kenia y Etiopía? Según Epstein, la respuesta comienza por el peso. Un corredor necesita estar delgado, sobre todo tener gemelos y tobillos estilizados, ya que mover cada kilo extra de peso en las extremidades cuesta mucho más que ese mismo peso en el torso. Por eso es tan importante rebajar unos pocos gramos en las zapatillas. Corredores de la tribu Kalenji, en Kenia (de donde son la mayor parte de los mejores corredores del país), tienen precisamente esas características. Epstein menciona un estudio en el que se comparaba a kalenjis con daneses. Los kalenjis eran más bajos, tenían las piernas más largas y sus pantorrillas pesaban medio kilo menos. Eso se traduce en un ocho por ciento menos de energía consumida por kilómetro. (Para apreciar la evidencia de las peculiaridades de la pantorrilla de los kalenji, se pueden ver fotos del gran fondista keniata Asbel Kiprop, un alto y elegante atleta que parece correr sobre dos lápices de ébano). Según Epstein, hay una explicación evolutiva para todo esto: los ambientes cálidos y secos favorecen los miembros largos y delgados, al ser más fáciles de refrigerar, mientras que los climas fríos favorecen los cuerpos macizos y sólidos, que conservan mejor el calor.

Los corredores de fondo también obtienen un gran beneficio cuando viven a gran altitud, ya que el cuerpo debe compensar la falta de oxígeno produciendo más células rojas en la sangre. Pero no a demasiada altitud. En los Andes, por ejemplo, el aire está demasiado enrarecido para poder realizar los entrenamientos de un corredor de élite. El rango óptimo está entre los dos mil y los tres mil metros de altitud. Los mejores corredores de Etiopía y Kenia provienen de las zonas altas del valle del Rift, que, en palabras del propio Epstein, se “alzan en el punto dulce”. Cuando los keniatas compiten contra los europeos o norteamericanos, los keniatas saltan a la pista con una enorme ventaja de salida.”

No es que sea nada nuevo. De hecho, como bien menciona Gladwell, tan sólo hace falta ver la silueta de un corredor etíope o keniata para darse cuenta de que su cuerpo es como el de una gacela (mientras que el nuestro parece el de una vaca).

Pero el artículo me parece interesante porque sirve para ver las cosas dese otro punto de vista. Por ejemplo, para reflexionar sobre deportividad, dopaje y cirugía deportiva.

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