A veces el tiempo se queda suspendido entre dos estaciones. Estos días, por ejemplo, el cielo, la temperatura y la naturaleza están a la espera de que termine de una vez el verano y lleguen los primeros vientos fríos del otoño.
Y no es que me queje. Todo lo contrario, porque para correr es perfecto. Sales a trotar temprano con un poco de fresquillo. Y luego, a mediodía, se agradece el calor.
Con este tiempo, las plantas no saben a qué atenerse. Por un lado las quitameriendas ya van asomando sus pétalos morados entre la hierba reseca. Pero por otra parte, todavía se ven algunas clavelinas entre las rocas. Es como si la naturaleza también estuviera aprovechando este limbo estacional para ofrecernos un poco de cada mundo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario