Esta semana hemos podido disfrutar de todas las caras del invierno: nieve, escarcha, niebla, cielos de color cobalto, viento, granizo, lluvia, sol de refilón... y mucho frío. Así que correr por el campo ha sido reencontrarse con una estación realmente importante.
Porque además de que el invierno tiene sus admiradores acérrimos, para el resto es una época también importante. Aunque sólo sea para poder celebrar mejor cuando vengan más tarde las brisas templadas de la primavera. Ya lo dijo el poeta, "if winter comes, can spring be far behind?"
Salir a correr con este tiempo cuesta un poco. Pero lo cierto es que la recompensa suele ser muyo mayor que en verano. Oír cómo cruje el suele helado en cada pisada. Disfrutar de un cielo limpio e intenso cuando está despejado. Observando cómo la niebla transforma los paisajes más habituales en rincones mágicos. O cómo la nieve convierte cualquier paisaje en una verdadera maravilla.
Y, por supuesto, descubrir todo tipo de rastros. Porque es increíble comprobar que compartimos esos senderos por los que trotamos cada día con una gran cantidad de animalillos. Algunos incluso que no hemos vista nunca en nuestras correrías montaraces.
Ardillas, conejos, ciervos, zorros, jabalíes, ratones... hasta tejones nos dejan sus huellas en la nieve caída. Y, mientras corremos, podemos ir siguiendo sus recorridos, sus desvíos y sus paradas. Constatando una vez más que no estamos solos ahí afuera.
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