O casi. Porque desde hace mucho tiempo que no corría al menos cuatro días seguidos. Y ha sido un verdadero placer poder volver a hacerlo. Con sol o con niebla, pero con mucha agua en el campo, en los arroyos, en los caminos...
Así que en todas las salidas he chapoteado todo lo que he querido. Pero como con la primavera ya se ha ido el frío de verdad, no importa demasiado correr con los pies mojados durante un rato sabiendo que en casa nos espera una ducha calentita.
Es curioso, pero realmente no es lo mismo salir a trotar con 1º en enero que en marzo. De hecho, esta semana ya he dejado en el cajón las mallas largas y he estado corriendo con pantalones cortos. Puede que sea porque, a pesar de que el termómetro marque la misma temperatura por la mañana que en invierno, sabemos que en cuanto salga detrás de las nubes, el sol calentará de verdad.
Un calorcillo que está poniendo como locos a las plantas y animales. Ya he visto los primeros narcisos pálidos. Y, en cuanto me he alejado de los caminos principales, me he cruzado con muchas perdices y conejillos. Hasta un zorro se puso a trotar delante de mi durante unos segundos antes de perderse entre las jaras.
Un poco de todo para una semana completa y perfecta.
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