Esta semana han aparecido las primeras quitameriendas. Unas florecillas humildes parecidas al azafrán que nos recuerdan que el verano se ha acabado y que los días cada vez se hacen más cortos.
Al sol le cuesta cada vez más subir por las mañanas. Aunque nos engaña luego al mediodía apretando todavía con fuerza. Sin embargo, el calor no es suficiente para eliminar la humedad que nos dejaron las últimas tormentas.
Así que correr por el campo a primera hora de la mañana es un placer para los sentidos. Por un lado la luz se ha suavizado y tiñe todo de color dorado. Y por otra parte, ahora podemos disfrutar de verdad del aroma de las plantas silvestres. El olor dulce y amargo del tomillo y las siemprevivas. Nada mejor para empezar el día.
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