Un año más vuelve a costarme pasar del color verde del norte a los campos agostados de Castilla. Porque aunque hay también mucha belleza entre la hierba seca y los caminos polvorientos, lo cierto es que no es lo mismo.
Toca ahora recuperar los mismos senderos y paisajes. Saliendo cuando el sol está todavía bajo por la mañana para correr sin demasiados agobios. Y con la compañía de mi compañera de fatigas, que sigue agradeciendo tanto acompañarme al trote por el campo. Aunque siempre me tenga que esperar en lo alto de las cuestas.
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