Volver a correr por esos caminos por los que tantas veces hemos corrido nos sirve para recuperar un poco nuestro pasado. Un pequeño viaje que nos hace fijarnos sobre todo en los cambios que ha ido dejando el tiempo en el paisaje. Mientras notamos también como nuestras piernas tampoco son las que trotaban antaño.
No podemos correr dos veces por el mismo camino. Pero hasta Heráclito reconocería que, habiéndolo recorrido una vez, nos hace apreciar las cosas de diferente manera las veces que volvemos a intentar capturar nuestro pasado.
Por eso conviene combinar la magia del descubrimiento, cuando trotamos por nuevos senderos, con la comparación de lo que son y fueron los recorridos habituales. Así podemos conocer lo que hemos cambiado nosotros, ya que por un camino tampoco puede correr dos veces al mismo corredor.
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