domingo, 21 de octubre de 2018

Cuando el cuerpo no acompaña

No sé si es que he perdido la forma, o si es la edad que cada día corre más que yo, o es que tengo un virus dando vueltas por el cuerpo. Pero esta semana me he sentido lamentable cada vez que he salido a correr por el campo.

Y eso que el decorado invitaba a disfrutar. Los primeros rayos del sol iluminan estos días los árboles, las rocas y los picos de las montañas de un color tan especial que resulta hasta empalagoso. Y las últimas lluvias le han quitado al campo la dureza del seco verano.

Pero mis piernas no se sentían precisamente saltarinas y alegres. De hecho parecía que arrastraba un grillete con bola al final en cada una de ellas, en plan Mortadelo y FIlemón. Espero que esto mejore, porque si no tendré que hacer todavía más laxa mi definición de correr.

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