No sé si es que he perdido la forma, o si es la edad que cada día corre más que yo, o es que tengo un virus dando vueltas por el cuerpo. Pero esta semana me he sentido lamentable cada vez que he salido a correr por el campo.
Y eso que el decorado invitaba a disfrutar. Los primeros rayos del sol iluminan estos días los árboles, las rocas y los picos de las montañas de un color tan especial que resulta hasta empalagoso. Y las últimas lluvias le han quitado al campo la dureza del seco verano.
Pero mis piernas no se sentían precisamente saltarinas y alegres. De hecho parecía que arrastraba un grillete con bola al final en cada una de ellas, en plan Mortadelo y FIlemón. Espero que esto mejore, porque si no tendré que hacer todavía más laxa mi definición de correr.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario