En estos tiempos de cambio, en los que se dan cita el sol, el fresquito mañanero, el viento y hasta la lluvia me he tomado unos días de holganza. A veces el cuerpo nos pide salir a correr. Y a veces preferimos que gobiernen nuestros días mantequillas y pan tierno.
No es que haya abandonado del todo el trote, pero he reducido mucho mis salidas. Sabiendo que volveré a disfrutar otra vez pronto del campo, con todo el sabor del otoño ya maduro. Porque aunque un poco de descanso siempre viene bien, nunca mi cuerpo aguanta demasiado encerrado en casa.
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