Antes de amanecer y después de la puesta de sol hay un momento en el que el cielo se pinta de un azul oscuro y profundo. Tan profundo que parece verse a lo lejos el universo nocturno cuajado de estrellas. Pero con un tono más humano y cercano. Los franceses llaman a este momento la hora azul. Un suspiro de belleza diario que es difícil disfrutar como es debido.
En ese instante, apenas unos minutos de paz y armonía, cualquier paisaje se transforma en algo bello. Y lo que ya era bello, en algo sublime. Pero para disfrutar de verdad de esos momentos hay que estar preparado. Es algo que se debe apreciar con todos los sentidos.
Yo también suelo pasar por la hora azul sin pena ni gloria. Para cuando me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor, ya ha terminado la magia del momento. Pero hay veces, cuando corro por el campo, siento como llega, suspende el tiempo durante unos segundos y se aleja. A veces da miedo tanta belleza.
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